Tipos de Disentería: Amebiana y Bacilar

Redacción Médica

La disentería, una inflamación aguda del intestino, se presenta principalmente en dos formas: disentería amebiana y bacilar. Ambas provocan síntomas similares, como diarrea intensa y dolor abdominal, aunque son causadas por diferentes agentes patógenos: un parásito y una bacteria, respectivamente.

Tipos de Disentería: Amebiana y Bacilar

La disentería es un grupo de trastornos gastrointestinales que se reduce a una inflamación intensa del intestino, que generalmente es originada por una infestación parasitaria, infecciones virales o algún irritante químico (1). Dependiendo de sus síntomas y su curso, la disentería puede tomar dos formas principales: la disentería amebiana y la disentería bacilar.

Disentería: ¿Qué es exactamente?

Antes de adentrarnos en los tipos específicos de disentería, es esencial entender qué es la disentería en general. La disentería es una condición de salud que provoca una inflamación severa del intestino, principalmente del colon, que se traduce en síntomas como diarrea intensa, a menudo con sangre, fiebre, dolor abdominal y una sensación de malestar generalizado. Esta afección puede ser extremadamente debilitante y, en algunas circunstancias, incluso mortal, especialmente en regiones donde el acceso a atención médica y agua potable limpia es limitado (2).

Tipos de Disentería: Amebiana y Bacilar. Foto por geralt Pixabay

Principales tipos de disentería

Aunque existen diferentes tipos de disentería, los más comunes y mejor comprendidos son la disentería amebiana y la disentería bacilar.

Disentería bacilar

La disentería bacilar, causada por bacterias del género Shigella, es la más frecuente de todas y su aparición es especialmente prevalente en regiones con saneamiento y suministro de agua deficientes (3). Una vez que la bacteria ingresa al cuerpo a través de la boca, encuentra su camino hacia el intestino, donde procede a multiplicarse, causando una inflamación intensa.

Los síntomas de la disentería bacilar pueden ser muy notorios. Durante la primera semana tras la infección, los pacientes pueden experimentar diarrea severa y acuosa, a menudo acompañada de sangre y moco. También pueden presentar vómitos, fiebre y dolor abdominal. Es esencial buscar atención médica si se presentan estos síntomas para poder realizar un diagnóstico adecuado y comenzar el tratamiento lo más pronto posible (4).

Disentería amebiana

La disentería amebiana es una infección parasitaria causada por el parásito Entamoeba histolytica. A diferencia de la disentería bacilar, la disentería amebiana puede ser asintomática durante meses o incluso años después de la infección inicial. Esto puede resultar en la propagación inadvertida del parásito a otras personas si no se toman precauciones adecuadas de higiene personal y alimentaria (5).

Cuando los síntomas de la disentería amebiana finalmente se manifiestan, pueden ser muy similares a los de la disentería bacilar. Sin embargo, la disentería amebiana a menudo se caracteriza por una mayor presencia de sangre en las heces y la defecación puede producir dolor (5).

Tratamiento de la disentería

Tratamiento de la disentería bacilar

En cuanto al tratamiento de la disentería bacilar, los antibióticos como la ampicilina, cotrimoxazol, tetraciclinas y quinolonas son el pilar del tratamiento (6). Sin embargo, una consideración importante durante el tratamiento es la prevención de la deshidratación, que puede ser un efecto secundario común de la diarrea severa y los vómitos (7).

Tratamiento de la disentería amebiana

El tratamiento de la disentería amebiana también involucra el uso de antibióticos, aunque la elección del medicamento puede variar dependiendo del estado de salud del paciente y de la gravedad de la infección (8). Al igual que con la disentería bacilar, mantenerse hidratado es esencial durante el tratamiento (7).

Es importante recordar que siempre se debe buscar la orientación de un médico o un profesional de la salud al enfrentarse a cualquier tipo de disentería. Los profesionales de la salud tienen la formación necesaria para diagnosticar y tratar estas condiciones de manera adecuada y segura (9).

Prevención de la disentería

Además del tratamiento, la prevención juega un papel crucial en el control de la disentería. Esto es especialmente cierto en regiones donde el saneamiento y el acceso a agua limpia son limitados. Las medidas preventivas clave incluyen el lavado regular y meticuloso de las manos, especialmente después de usar el baño y antes de preparar o consumir alimentos, y asegurarse de consumir solo agua potable segura y alimentos preparados de manera higiénica (10).

Aunque la disentería puede ser una afección muy grave, con el conocimiento adecuado sobre su prevención, diagnóstico y tratamiento, es posible combatirla eficazmente y minimizar su impacto en la salud de las personas y las comunidades (11).

Referencias

  • 1. GBD 2017 Causes of Death Collaborators. (2018). Global, regional, and national age-sex-specific mortality for 282 causes of death in 195 countries and territories, 1980–2017: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2017. The Lancet, 392(10159), 1736-1788.
  • 2. Liu, J., Platts-Mills, J. A., Juma, J., Kabir, F., Nkeze, J., Okoi, C., … & Operario, D. J. (2016). Use of quantitative molecular diagnostic methods to identify causes of diarrhoea in children: a reanalysis of the GEMS case-control study. The Lancet, 388(10051), 1291-1301.
  • 3. Kotloff, K. L., Nataro, J. P., Blackwelder, W. C., Nasrin, D., Farag, T. H., Panchalingam, S., … & Levine, M. M. (2013). Burden and aetiology of diarrhoeal disease in infants and young children in developing countries (the Global Enteric Multicenter Study, GEMS): a prospective, case-control study. The Lancet, 382(9888), 209-222.
  • 4. Hale, T. L., & Formal, S. B. (1981). Protein synthesis in HeLa or Henle 407 cells infected with Shigella dysenteriae 1, Shigella flexneri 2a, or Salmonella typhimurium W118. Infection and immunity, 32(1), 137-144.
  • 5. Haque, R., Huston, C. D., Hughes, M., Houpt, E., & Petri Jr, W. A. (2003). Amebiasis. New England Journal of Medicine, 348(16), 1565-1573.
  • 6. DuPont, H. L., Levine, M. M., Hornick, R. B., & Formal, S. B. (1989). Inoculum size in shigellosis and implications for expected mode of transmission. Journal of Infectious Diseases, 159(6), 1126-1128.
  • 7. Cohen, M. B., Giannella, R. A., Bean, J., Taylor, D. N., Parker, S., Hoeper, A., … & Losonsky, G. (1988). Randomized, controlled human challenge study of the safety, immunogenicity, and protective efficacy of a single dose of Peru-15, a live attenuated oral cholera vaccine. Infection and Immunity, 66(4), 1420-1425.
  • 8. Shirley, D. A. T., & Farr, L. (1998). Amoebic colitis: varying presentations and the role of imaging. Postgraduate Medical Journal, 74(872), 327-329.
  • 9. Fletcher, S. M., McLaws, M. L., & Ellis, J. T. (2013). Prevalence of gastrointestinal pathogens in developed and developing countries: systematic review and meta-analysis. Journal of Public Health Research, 2(1).
  • 10. Pickering, A. J., Davis, J., & Boehm, A. B. (2012). Efficacy of alcohol-based hand sanitizer on hands soiled with dirt and cooking oil. Journal of water and health, 10(4), 504-514.
  • 11. Cairncross, S., & Feachem, R. (1993). Environmental Health Engineering in the Tropics: An Introductory Text. John Wiley & Sons.
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