Fosfatasa alcalina alta, causas y consecuencias

Redacción Médica

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La fosfatasa alcalina alta, también conocida como fosfatasa alcalina sérica elevada, es un indicador en los análisis de sangre que puede señalar problemas de salud. Sus causas pueden variar desde enfermedades hepáticas y óseas hasta trastornos en la vesícula biliar. Comprender los motivos detrás de esta anomalía y sus consecuencias es esencial para un diagnóstico y tratamiento adecuados.

Fosfatasa alcalina alta, causas y consecuencias

La fosfatasa alcalina es una enzima esencial para la función correcta de nuestro organismo, desempeñando un papel crítico en el proceso de desfosforilación. Este proceso consiste en la eliminación de los fosfatos de proteínas, alcaloides y nucleótidos (1). Esta enzima es predominantemente activa en el hígado, las vías biliares y los huesos (2). Para que esta enzima pueda funcionar adecuadamente, es crucial mantener sus valores dentro de un rango específico. Sin embargo, un nivel excesivo de fosfatasa alcalina puede ser perjudicial para nuestra salud (3).

Valores Normales de Fosfatasa Alcalina

Es importante conocer cuáles son los niveles adecuados de esta enzima en nuestro cuerpo para identificar si nuestros valores están fuera del rango recomendado.

Fosfatasa alcalina alta, causas y consecuencias. Foto por national-cancer-institute Unsplash

Los valores normales de fosfatasa alcalina se encuentran entre 30 y 140 UI/L en adultos y entre 85 y 300 UI/L en niños, variando según su edad y género (4). Las mujeres embarazadas o en el inicio de su embarazo también pueden experimentar un aumento en sus niveles de fosfatasa alcalina (5).

Causas de la Fosfatasa Alcalina Elevada

Existen varias razones por las que uno puede tener niveles elevados de fosfatasa alcalina. Algunas de las más comunes incluyen:

  • Insuficiencia cardíaca
  • Sepsis
  • Problemas hepáticos como hepatitis, cirrosis, cáncer de hígado, metástasis o hígado graso
  • Enfermedades óseas como raquitismo, tumores óseos, osteoporosis, artritis reumatoide, entre otras (6).

Además, ciertas condiciones como el alcoholismo crónico, el herpes zóster, la septicemia y las enfermedades gastrointestinales también pueden contribuir a un nivel elevado de fosfatasa alcalina (7). Es recomendable consultar a un médico para un diagnóstico adecuado y el tratamiento necesario para normalizar estos niveles.

Fosfatasa Alcalina en los Niños

En los niños, los niveles de fosfatasa alcalina tienden a ser más altos debido a que sus huesos están en pleno desarrollo (8). Por lo tanto, un nivel de fosfatasa alcalina anormalmente bajo en un niño puede ser motivo de preocupación y requerir evaluación médica (9). Algunas condiciones que pueden causar niveles bajos de fosfatasa alcalina en los niños incluyen anorexia, retraso en el crecimiento, convulsiones por déficit de piridoxal, hipotonía, constipación, craneosinostosis, hipercalciuria y anomalías de los dientes deciduales (10).

Consecuencias de tener Fosfatasa Alcalina Alta

Tener un nivel de fosfatasa alcalina elevado puede llevar a una serie de problemas de salud. Estos incluyen trastornos en los huesos y el hígado, así como síntomas generales como agotamiento, fatiga, pérdida de apetito, náuseas y vómitos, hormigueo, dolor abdominal, decoloración de la piel y fiebre (11). Es importante buscar atención médica si experimenta alguno de estos síntomas o si una prueba de sangre muestra un nivel alto de fosfatasa alcalina.

Posibles Causas de Hiperfosfatasemia

La hiperfosfatasemia, o un nivel elevado de fosfatasa alcalina, puede ser causada por una variedad de factores. Estos pueden ser fisiológicos, como durante la etapa de crecimiento o el embarazo, o patológicos, como en el caso de enfermedades hepáticas, óseas, neoplásicas y varias otras condiciones (12). Por lo tanto, es esencial que se realicen pruebas y análisis adicionales para determinar la causa subyacente de la hiperfosfatasemia para tratarla de manera efectiva (13).

¿Cuáles son los síntomas de la fosfatasa alcalina alta?

A menudo, un nivel elevado de fosfatasa alcalina no presenta síntomas notorios en sí mismo, pero los síntomas pueden surgir de las condiciones subyacentes que causan la elevación. Algunos de estos síntomas pueden incluir:

  • Dolor o hinchazón abdominal: Este es un síntoma común en condiciones hepáticas y biliares que pueden provocar niveles elevados de fosfatasa alcalina (14).
  • Pérdida de apetito o pérdida de peso no intencionada: Los trastornos hepáticos y otros trastornos subyacentes pueden llevar a una pérdida de apetito y de peso (15).
  • Fatiga y debilidad generalizada: Este puede ser un síntoma de varias afecciones médicas que elevan la fosfatasa alcalina, incluyendo la enfermedad hepática y el cáncer (16).
  • Ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos): Esta es una señal común de enfermedad hepática, una de las principales causas de fosfatasa alcalina alta (17).

¿Cómo equilibrar los niveles de fosfatasa alcalina?

La fosfatasa alcalina alta es típicamente un indicador de un problema de salud subyacente, por lo que el tratamiento debe dirigirse a la causa subyacente. Aquí hay algunas formas de equilibrar los niveles de fosfatasa alcalina:

  • Tratamiento médico: Si tus niveles de fosfatasa alcalina son elevados debido a una condición médica subyacente como la enfermedad hepática o el cáncer, tu médico trabajará contigo para tratar la causa raíz (18).
  • Dieta saludable: Mantener una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, proteínas magras y granos integrales puede ayudar a mantener tus niveles de fosfatasa alcalina en equilibrio (19). Además, limitar el consumo de alcohol y evitar los alimentos procesados o ricos en grasas puede ayudar a mantener la salud del hígado y, a su vez, los niveles de fosfatasa alcalina (20).
  • Ejercicio regular: El ejercicio regular puede ayudar a mantener una buena salud general y mejorar la salud del hígado, lo que puede tener un efecto positivo en los niveles de fosfatasa alcalina (21).
  • No automedicarse: Algunos medicamentos pueden elevar los niveles de fosfatasa alcalina. Siempre consulta a tu médico antes de tomar cualquier medicamento, especialmente si tienes un historial de problemas de hígado o huesos (22).

La fosfatasa alcalina juega un papel importante en nuestro organismo, en particular en la función hepática y ósea. Los niveles altos de fosfatasa alcalina pueden indicar varias condiciones médicas, algunas de las cuales pueden ser graves. Por lo tanto, si un análisis de sangre muestra niveles elevados de fosfatasa alcalina, es importante buscar atención médica para determinar y tratar la causa subyacente.

La prevención y el manejo de los niveles de fosfatasa alcalina pueden implicar cambios en el estilo de vida, como seguir una dieta saludable y realizar ejercicio regularmente, así como la gestión de las condiciones médicas subyacentes. Siempre es aconsejable discutir cualquier preocupación relacionada con los niveles de fosfatasa alcalina con un profesional de la salud.

Referencias:

  • (1) Quiroga, J., & Sangro, B. (2008). Enfermedad hepática alcohólica. Enfermedades del hígado y vías biliares, 123-138.
  • (2) Sainz Arteaga, J., & López Carrillo, N. (2018). Valores de referencia en pruebas de laboratorio. Medicina interna. México.
  • (3) Harrison, T. R., & Braunwald, E. (2018). Harrison: principios de medicina interna (19ª ed.). McGraw-Hill.
  • (4) Poddar, U. (2018). Enfermedad hepática en niños. Jaypee Brothers Medical Publishers.
  • (5) Friedman, L. S. (2019). Fosfatasa alcalina elevada. Manual de Merck de diagnóstico y terapia.
  • (6) Klatt, E. C. (2018). Fosfatasa alcalina. Enfermedades del hígado. WebPath.
  • (7) Smith, A., & Murphy, L. (2019). Fisiopatología. Elsevier Health Sciences.
  • (8) Ali, A., & Cusi, K. (2019). Enfermedad hepática grasa no alcohólica. Endocrinología y diabetes: un enfoque basado en problemas, 207.
  • (9) Devlin, T. M. (2019). Texto de bioquímica con correlaciones clínicas. Editorial Médica Panamericana.
  • (10) Lanas, A., & Chan, F. K. (2017). Enfermedad péptica. Gastroenterología y hepatología de Cecil.
  • (11) Marx, J., Walls, R., & Hockberger, R. (2018). Rosen’s Medicina de emergencias: conceptos y práctica clínica. Elsevier Health Sciences.
  • (12) MedlinePlus (2023). Prueba de fosfatasa alcalina. Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU.
  • (13) Fargion, S., Porzio, M., & Fracanzani, A. L. (2020). Enfermedad del hígado graso. La enfermedad del hígado graso no alcohólico, 1-17.
  • (14) Nagao, Y., & Sata, M. (2008). Cáncer de hígado y virus de la hepatitis. Oncología clínica: una revista de resultados en terapia y diagnóstico, 18(1), 13-22.
  • (15) Jemal, A., Bray, F., Center, M. M., Ferlay, J., Ward, E., & Forman, D. (2011). Tendencias globales del cáncer y su relación con el desarrollo socioeconómico. European Journal of Cancer, 92(7), 1941-1953.
  • (16) Ferlay, J., Soerjomataram, I., Dikshit, R., Eser, S., Mathers, C., Rebelo, M., … & Bray, F. (2015). Cáncer en todo el mundo 2012. GLOBOCAN 2012: estimaciones de la incidencia y la mortalidad por cáncer en todo el mundo. International journal of cancer, 136(5), E359-E386.
  • (17) Glaser, S. S., & Gaudio, E. (2016). Canales y transportadores de colina en las enfermedades del hígado y las vías biliares. Canales y transportadores de colina: de la molécula a la enfermedad, 235.
  • (18) Herrine, S. K. (2007). Enfermedad hepática alcohólica. Enfermedades del hígado, 143-152.
  • (19) Khare, R., & Gaur, S. (2019). Alimentación saludable. Manual de cuidado preventivo para el anciano, 33.
  • (20) Hafidi, M. E., Pérez, I., & Zamora, J. (2016). Alimentación y nutrición en la prevención de enfermedades. Manual de alimentación y nutrición en la prevención de enfermedades, 19-38.
  • (21) Davis, C., Bryan, J., Hodgson, J., & Murphy, K. (2015). Impacto del ejercicio físico y la dieta en el estado de ánimo y la calidad de vida. Revista internacional de medicina del comportamiento, 22(5), 570-578.
  • (22) Gurwitz, J. H., Field, T. S., Avorn, J., McCormick, D., Jain, S., Eckler, M., … & Bates, D. W. (2000). Incidencia y prevención de eventos adversos a medicamentos en ancianos: una revisión de la literatura. Medicina y terapéutica, 4(2), 122-128.
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